lunes, 7 de junio de 2010

Taller Creativo de Alimentación Saludable


Taller Creativo de Alimentación saludable.
Desarrollado por: Marisol Mora Molina – Nutricionista.

El Objetivo General del taller es Capacitar a un grupo de escolares sobre la adecuada alimentación a seguir, mediante charlas de forma práctica, en las cuales los niños formen parte del proceso enseñanza-aprendizaje con el fin de implementar hábitos alimentarios saludables.
El taller constituye un espacio en donde el niño o niña recibirá información básica sobre nutrición, pero elemental para su etapa formativa, en donde la alimentación incide directamente en el correcto crecimiento y formación del infante. De esta forma una vez concluido el taller, él niño, será capaz de diferenciar entre un alimento “saludable” de uno “no saludable”, podrá identificar los distintos grupos de alimentos enfocados en la alimentación del costarricense y aprenderá medidas de inocuidad aplicables en casa, seguido de esto, el padre recibirá un diagnostico nutricional de su pupilo, además de material informativo de apoyo para fortalecer lo aprendido y guiar a los padres de hogar hacia una correcta nutrición en la familia.
En su metodología, se indagará en los conocimientos que poseen los niños acerca del tema de la alimentación y la nutrición mediante una encuesta a través de dibujos para determinar los hábitos, costumbres y preferencias nutricionales de los niños.
Al final de cada exposición, se realizarán actividades acordes al tema, como cocina de recetas o loncheras saludables, para fomentar los conocimientos recién adquiridos y formar hábitos alimentarios saludables que vayan de acuerdo a sus gustos y preferencias.
En el desarrollo del programa del taller, el alumno o alumna además implementara:
• Procesos de trabajo en grupo, que implica el desarrollo y el fomento de un espíritu de cooperación entre los miembros de los grupos con objetivos comunes.
• Ejercicios y actividades que se centran en puntos tales como la solución de problemas, el establecimiento de metas, maximizar los recursos y el apoyo de unos a otros, los miembros del equipo aprenden a trabajar juntos de manera más eficaz y productiva.
Se realiza el taller dividido en dos etapas: una primera en donde se trabajará con los niños y niñas en el desarrollo del taller, y una segunda etapa, con una charla nutricional dirigida a los padres junto con la entrega del diagnostico nutricional.

martes, 1 de junio de 2010

Cómo decir que no a tu hijo e hija.

Primera Parte


Por qué tenemos que decirle NO a nuestros hijos e hijas.



“No” es también una palabra que pronuncia el amor, afirma James B. Stenson. Y los hijos, en la infancia, pero también en la adolescencia, deben escucharla de vez en cuando"

Es importante primero aclarar por qué hay que decirle que “no” a tu hijo o hija en determinadas ocasiones. Para muchos padres, afirma James B. Stenson, les es difícil llegar a entender que “no” es también una palabra que pronuncia el amor. Y los hijos, en la infancia, pero también en la adolescencia, deben escucharla de vez en cuando. Si los hijos no experimentan que las negaciones son fruto del amor, no podrán formarse la idea de autonegación. Llegar a la adolescencia hoy día sin un poder de autonegación bien formado es positivamente peligroso.

Los adolescentes no pueden decir que “no” a la droga, por ejemplo, si no están familiarizados con esta palabra. Las tentaciones que se les presentan a los adolescentes resultan difíciles de rechazar, incluso para aquellos con fuerza de voluntad. Para los jóvenes que tienen un hábito de autoindulgencia apoyado por sus padres a lo largo de toda su vida, estas sensaciones nuevas y maravillosas son prácticamente irresistibles.

Muchos padres pueden dudad de su derecho para someter a un niño o adolescente a las consecuencias de su comportamiento. Se tiene miedo a ser autoritario, lo que ha hecho difusa la figura de los padres y los adultos como autoridades dignas de respeto. Hoy los padres se concentran en ser amigos de sus hijos, lo que en sí no es malo, pero tienden a decidir todo según acuerdos y no imponen muchas reglas.

Carencia de autoridad

Los efectos de esta carencia de autoridad pueden manifestarse en los niños de tres modos:

a) Debilidad e inconsistencia de la personalidad, con carencia de líneas directrices y con un sentido moral deficiente y anárquico;
b) Sequedad afectiva, con incapacidad para comprometerse auténticamente y con falta de perseverancia en las actividades emprendidas;
c) Sensación casi permanente de inseguridad.

Los padres deben ser siempre muy conscientes de que hay que preparar a los hijos para que puedan elegir el bien y la verdad y no lo contrario porque en último término, tendrán que ser responsables de sus actos. Lo que sucede es que, a veces, lo que el hijo “debe” hacer no es lo que “le gustaría hacer” y, como al final se impone la realidad, los padres han de procurar que lo que al niño “le guste hacer”, coincida con lo que “debe hacer”, y éste es, en muy pocas palabras, el meollo del proceso educativo.

Aprender a decir que “no”

Hemos de tener la suficiente seguridad en nosotros mismos para oponernos a los encontronazos con los adolescentes, cuando sea necesario: hay que decirles que “no” para que lleguen a ser señores de sí mismos. Ellos necesitan ayuda, en medio de todos sus embrollos sentimentales, para aprender a Trazar la línea de separación entre el bien y el mal. Algunas veces, los padres tenemos que pisar fuerte para marcar con claridad dónde está esa línea.

Decir que “no” no es una tarea fácil y menos aún cuando los hijos son adolescentes: porque el adolescente tiende a enjuiciarlo todo, todo lo critica, rechaza a menudo las correcciones de sus padres como una injerencia en su vida, se mueven en un entorno social que favorece la irresponsabilidad…

Pero, como padres, tenemos el deber de corregir. De ayudar a los hijos a quitar sus defectos y desvelar la riqueza de su forma de ser y entender las cosas. De ayudarles a ser ellos mismos pero cada día un poco mejor.

Hay que sentarse con ellos y hablarles, sin miedo, sin dar voces ni gritar, pero diciéndoles en lo que creemos y por qué. Hay que intentar ir al grano. Pero también se debe escuchar con atención, porque a veces sus razones nos pueden (o nos deben) hacer cambiar de opinión. No hemos de tener ningún miedo a cambiar de opinión si nos convencen, no significa una pérdida de autoridad; pero tampoco hemos de tener miedo a emplear la palabra “bien” y la palabra “mal”.


Segunda Parte: Reglas para decir NO
 
Nelly Matamoros

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