jueves, 27 de mayo de 2010



Las tareas escolares: una lucha diaria

"Ponernos a hacer la tarea es todo un tema", "Cuando hacemos los deberes siempre terminamos peleando". "Con las tareas empezamos bien, pero al final es una batalla". Frases que los padres repiten una y otra vez, con éstas o otras palabras. El tema: la tarea. Más allá del tiempo y el espacio, la situación es recurrente. El regreso de los hijos a casa supone, implícitamente, cierta continuidad escolar, aunque con un ingrediente doméstico: ahora la maestra es mamá. ¿Es lícito que así sea? ¿Cuáles son los beneficios?
Cuando las vivencias dejan de resultar gratificantes y se tornan tediosas  ( o, a veces, todo una pesadilla) hay que hacer un alto en el camino y reconsiderar las posiciones tomadas.
La vuelta a casa debiera ser vivida como ese momento esperado del reencuentro: mamá e hijo se reúnen  para compartir el relato de las experiencias vividas, y para tejer juntos otras nuevas hasta el final del día
Sin embargo, raras veces ocurre así. En muchos casos, la cuestión tarea puede llegar a opacar pequeños bellos momentos.
Una reflexión a tiempo quizás ayude a tomar conciencia de que nunca es tarde para volver a empezar de cero. Más aún cuando se tiene la convicción de que la misión, no sólo es posible sino que además, es saludable.
Cuál es el sentido de que los niños hagan tarea en el hogar. Este es: que el pequeño practique en casa lo que se le enseñó en el colegio.
Ahora bien: ¿ es verdaderamente esto lo que sucede cuando llega el momento de sentarse a trabajar en casa?.
La mayoría de los padres asumen la obligación de tener que hacer las tareas con sus hijos ("Ponernos a..., "Cuando hacemos...") Y, sobre todo, sienten la responsabilidad de que ésta debe estar correctamente hecha: sin errores y prolijamente presentable. Nos encontramos así con cuadernos de clase corregidos  ( a veces con más o menos errores) tachados, borrados...Pero, paralelamente ,cuadernos de tareas impecables o con alguna pequeñísima corrección subsanada con borrador, o corrector.  Entonces, ¿cuál es la verdad?, ¿dónde quedó el aprendizaje del niño? O calando más hondo, cabe preguntarse qué idea de aprendizaje están transmitiendo los padres a este pequeño. Si aprender, practicar, es tener que hacer todo a la perfección...¡quién se animará a semejante desafío! Porque cuando no queda espacio para la duda o el error, la presión es tan grande que paraliza y no permite pensar.
¿No sería mejor que, quien es el alumno (el mismo niño) tache, borre, rehaga y aprenda, a cambio de que rellene a la perfección una tarea tal como mamá o papá la dictan?.
Generalmente la exigencia de los padres responde a una necesidad personal de mostrar la excelencia de su hijo y, más aún, la propia como figuras parentales. Se podría decir que el error del niño causa una herida en el narcisismo de los padres. Como si ,lo que sus hijos no hacen bien, pusiera en evidencia deficiencias de su rol parental. Lejos de ser cierto, aceptar en un hijo las fallas, los errores, los fracasos, implica reconocerlo como ser independiente a uno mismo, que puede equivocarse y que, además, es lícito que así sea. Enseñarle a asumir sus faltas es ayudarlo a crecer y a hacerse responsable y comprometido con su propio actuar.
La tarea debe servir al niño para practicar lo aprendido (ese dije que era su objetivo),y a la maestra para evaluar la calidad del aprendizaje. Si la tarea no está bien, será la pauta de que debe volver sobre un tema que no quedó demasiado claro. Es por eso los deberes dictados por los papás, no son más que un obstáculo en el proceso de aprendizaje: ejercicios que se hicieron una y otra vez , demuestran, en las evaluaciones que, en realidad, nunca fueron comprendidos.
"Yo no sé explicarle. No sé qué métodos usan ahora"- dice una mamá con culpa. Pero ...¿Por qué tendría que saberlo?. Es la maestra quien debe explicar al niño y la mamá debe ayudarlo alentándolo a que pregunte cuando no comprende o tiene dudas. Este es un modo, también, de fomentar la responsabilidad en un chico que debe entender que cada cual tiene su rol.
No es beneficioso para la madre ni para su hijo continuar la escolaridad en casa: mamá se pone nerviosa por tener que explicar algo que ella, probablemente entiende poco, y el niño, cansado de una larga jornada escolar, no logra descifrar lo que su madre le intenta hacer comprensible.
Aprender es incorporar, apropiarse de conocimientos, estrategias, modelos, datos...Es un proceso en el que hay marchas y contramarchas, hay errores (¡y muchos!). Pero de ellos también debe aprenderse porque, de otro modo, quedarían enquistados sólo como fracasos. Deben resultar útiles para evitar otros posibles.
Que el niño haga sus deberes en forma autónoma es, fundamentalmente, reconocerlo como persona inteligente, independiente, capaz y responsable. Más allá de la tarea escolar, se le está otorgando el valor moral que, como persona, se merece. Tratar de imponerle la perfección sólo lo llevará a desalentarse ante el primer tropezón queriendo abandonarlo todo.
Y bien sabemos que, en todos los ámbitos de la vida, tendrá que  sobreponerse una y otra vez.

¿Qué ayuda debieran entonces dar los padres a sus hijos?

Brindarse como acompañantes. Ofrecer su presencia para que el niño sepa que puede contar con ayuda. Sin estar necesariamente sentados a su lado, que el pequeño sepa que tiene a quien recurrir que cuenta con una guía, con un orientador, pero no con las respuestas hechas a sus preguntas.
Sus papás podrán ofrecerle ideas, instrumentos para ayudarlo a pensar, a cuestionar, a cuestionarse. Porque guiarlo en el trabajo no es lo mismo que hacerle la tarea. Es ofrecerse como presencia, como compañía, incluso cuando muchas veces la realidad les haga aceptar, ante sus hijos que "ese tema yo nunca lo aprendí".

miércoles, 12 de mayo de 2010

Taller Comprensión y Manejo del Estrés Para El Estudio

Objetivo
Aprender a comprender y convertir el estrés en un aliado en el ámbito del estudio
Temas.
1. Qué es el estrés: lo que nos dice la neurociencia.
2. El estrés como un aliado en la evolución y la sobrevivencia humana.
3. Identificando los indicadores del estrés.
4. Estrategias para el manejo adecuado del estrés en tiempos de estudio.
Dirigido a: Padres de familia y estudiantes.
Fecha: viernes 22 de mayo y sábado 24 de mayo
Para saber costo del taller y para confirmar asistencia llamar a Vilma al 2237 5416.

lunes, 3 de mayo de 2010

¿Por qué las personas adultas decimos que NO sabemos dibujar?
Escrito por Eric Soto


Cursando mi segundo año de estudios universitarios en la especialidad de artes plásticas con énfasis en pintura, mi madre me obsequió (o mejor dicho, me regresó) un objeto que me hizo replantearme a profundidad las verdaderas razones por las cuáles había decidido estudiar esa carrera…ese objeto era mi cuadernillo de caligrafía de primer grado.

Lo primero que noté al abrirlo y hojearlo fue que la proporción entre dibujos y palabras era aproximadamente de seis a una, visiblemente desfavorable para las segundas. Las letras eran escasas y prácticamente pasaban desapercibidas en medio de cardúmenes de enormes tiburones con cabeza de martillo (literalmente), seres espaciales de múltiples ojos y autos de carreras que alcanzaban en mi imaginación velocidades extraordinarias.

En ese momento me fue sencillamente imposible dejar de formularme una pregunta:
-“¿Cómo habré logrado aprender a escribir siquiera la palabra mamá con semejante método tan poco ortodoxo?...”
Y fue justo allí, cuando caí en la cuenta de la enorme importancia del papel que jugó mi maestra de primer grado en mi proceso de formación, haciéndose de “la vista gorda” y permitiéndome expresarme tan libremente por medio del dibujo y el color.

Gracias a esa mujer, de cuyo nombre no me acuerdo hasta el día de hoy, en este momento no tengo que pasar por esa terrible experiencia que cotidianamente experimentan tantas personas y que les obliga a repetir casi sin pensarlo, “Es que yo no se dibujar, solo se hacer bolitas y palitos”. Y claro, como no va a ser así, si prácticamente lo primero que aprendemos a hacer con nuestras manos desde que tenemos la capacidad de tomar un lápiz ¡es hacer bolitas y palitos!

Solamente un par de ejemplos básicos para ilustrar lo anterior; dibuje una “bolita” y júntele un “palito” y así de fácil obtendrá la letra a; ¿y si le pone el “palito” al otro lado y se lo hace un poco mas largo?… ¡correcto!...la b.

Nada se encuentra mas alejado de la realidad que decir que NO sabemos dibujar. Todas las personas tenemos la capacidad de expresarnos por medio del dibujo y la pintura y a menos de que exista un compromiso físico sumamente grave, todos y todas podemos hacerlo.

El asunto en cuestión no debería ser si podemos o no dibujar como tal o cual persona, o si tenemos desarrollada la habilidad para copiar casi de manera hiperrealista lo que miramos, lo que realmente debe importar es que el dibujo (o el trazo como tal) y el color son parte de nuestra cotidianidad para la gran mayoría y por lo tanto tenemos toda la posibilidad de experimentar, de crear, de jugar y de aprender por medio de ellos.

Volviendo al cuadernillo de dibujos (o de caligrafía, como quieran llamarle), la segunda idea que vino a mi mente en ese momento, fue tomar esos dibujos y reelaborarlos como parte de mi proyecto anual de pintura. De entrada pensé que sería muy sencillo tomar los dibujos hechos por un niño de siete años y “perfeccionarlos” con todos mis conocimientos técnicos sobre composición, perspectiva, teoría del color, proporción y demás conceptos tantas veces estudiados y aplicados en diferentes ejercicios… ¡Nada mas alejado de la realidad!

Mi intento por lograr la sencillez y al mismo tiempo la complejidad de mis trazos de infancia se vio frustrado por la rigidez (física y mental) de mi adultez. Por más que me esforcé, dibujando con mi mano menos hábil, tratando de no pensar racionalmente en lo que hacía o, incluso haciendo ejercicios que me permitieran conectarme con esa etapa de mi vida, todo fue en vano… ¡No logré dejar de dibujar como un adulto!

Fue entonces cuando me di cuenta de el por qué las personas adultas decimos que NO sabemos dibujar, y eso se debe a que hemos perdido esa fluidez que teníamos cuando éramos niños y niñas y que nos permitía expresarnos sin preocuparnos por lo que las demás personas pensaban de lo que hacíamos o de cómo lo hacíamos.

Es mucho lo que se puede teorizar sobre la trascendencia que tiene la creatividad en el proceso de desarrollo cognitivo y emocional de los niños y las niñas, sin embargo, a mi me basta con ver la sonrisa en el rostro de mi hija cuando me muestra con orgullo sus mas recientes “obras”, elaboradas con crayones en las paredes de la casa, es ahí cuando me doy cuenta de que en ese momento algo realmente importante está sucediendo en el interior de esa cabecita y que antes de reprimirlo, es mi responsabilidad estar atento para saber cómo ayudarle a canalizarlo positivamente.
 
Nelly Matamoros

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